Un vez un derviche iba y venía
diciendo a su Sheykh: “Quiero ver al Profeta (asws). No puedo ver al Profeta
(asws) ni siquiera en mis sueños”. “No te preocupes”, dijo el Sheykh. “Rezaré
por ti. Lo verás esta noche”.
Al día siguiente regresó:
“Tampoco lo he visto”. “No te preocupes”, dijo el Sheykh. “Rezaré por ti. Esta
noche lo verás”.
Esta noche, esta
noche…finalmente el Sheykh le dijo: “¿Conoces el pez que tiene mucha sal, el
pez salado?”, “Si” dijo el derviche. “Entonces –ordenó el Sheykh- desde mañana
por la mañana vas a empezar a comer ese pez hasta el anochecer. No beberás nada
de agua y te irás a dormir. Esa noche verás al Profeta (asws) en tus sueños.
Está conectado con eso. Para ver al Profeta (asws) debes tener ese pez. Mucha
sal en él”.
“¿Realmente, mi Sheykh?”,
preguntó ansioso el derviche.
“Si, mañana. Comienza temprano
por la mañana”.
Y empezó. Comió todo el día,
deteniéndose de vez en cuando diciendo: “Voy a ver al Profeta (asws), debo
comer más, debo comer más”. Estaba tan sediento. Sin embargo el Sheykh le había
dicho: “No puedes beber ni un sorbo de agua”.
Esa noche fue a dormir. A la
mañana siguiente se levantó muy triste y fue hacia el Sheykh.
“¿Qué sucedió? –preguntó el
Sheykh- ¿viste al Profeta (asws) en tus sueños?”
“No, oh Sheykh, ¿qué Profeta?
¡La noche entera estuve viendo aguas y cascadas!”.
“¡Huh! Ahora sí que tuviste un
sueño real –le dijo el Sheykh-. El amor (la necesidad) que tuviste por el agua
–porque estuviste muy sediento- la hizo aparecer en tus sueños. El agua llegó a
tu sueño porque no la bebiste y se te hizo necesaria. Cuando tengas esa
cantidad de amor hacia el Profeta (asws), entonces podrás ver al Profeta (asws)
en tus sueños”.
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