Bismillahi Rahmani Rahim
En este
sohbet Sheykh Effendi nos remite al momento en que Allah –swt- creó los
espíritus de la humanidad y los reunió para que dieran testimonio ante Su
Divina Presencia (ver Qur'an 7:172)
Nuestro espíritu estuvo allí y experimento el testimonio,
fue testigo de su Señor, aceptándolo, estuvo en su Divina Presencia. Guardamos
en nuestro interior el fruto de esa experiencia, pero existe un velo que la
cubre; ese velo es dunya, este mundo. Al nacer, el bebé es tocado por sheytán
que lo cubre con ese velo; por esto llora.
Por lo tanto es un deber para todo ser humano conocerse a sí
mismo, porque, como dijo el Sagrado Profeta (asws), “el que se conoce a sí
mismo, conoce a su Señor”.
El Profeta (asws) fue enviado para remover ese velo y
devolvernos a nuestra originalidad. Conocerse a sí mismo no significa saber
nuestros nombres, nuestra dirección, nuestra fecha de nacimiento. El velo hace
que nos enamoremos de esta vida temporal y nos olvidemos del mundo real, el
mundo del cual provenimos.
Necesitamos a alguien que nos ayude a conocer nuestro propio
ser, nuestro ser real. Una vez que te conoces a ti mismo, lentamente empiezas a
conocer a tu Señor, pero no de palabra. Hoy conocemos la palabra “Allah”, pero
¿qué es Allah?.
El Sagrado Profeta (asws) vino para completar las buenas
maneras. ¿Qué son buenas maneras? Conocer a Allah y ser obedientes de Allah.
Todos dicen “tengo buenas maneras”, ¿acorde a qué? ¿acorde a las leyes de Allah
o de acuerdo al lugar donde estás sentado?. Para saber si tienes buenas maneras
debes observar cuidadosamente lo que haces y lo que dices. Vuelve un día atrás,
cuando estuviste en público, cuando estuviste sólo, qué hiciste y porqué lo
hiciste. Será el momento en que reconocerás si tienes buenas maneras. Buenas
maneras es saber que Allah te está observando y tú eres consciente de ello.
Cuando Allah-swt- se dirigió a los espíritus, todos estaban
allí. Todas las generaciones de los hijos de Adam hasta el Día del Juicio
estuvieron allí; todos dieron testimonio, todos dieron su promesa, aún aquellos
que dicen “no hay Dios”, todos estuvieron allí. Allí tuviste un lugar. ¿Lo
conoces?. Entonces debes buscar alguien que te lo enseñe. Una vez que lo sabes,
el amor por el dunya se te retira del corazón y sólo aspirarás al Ájira,
guardando la promesa que le hiciste a tu Señor; vivirás para eso. Hasta que no
vivas para eso toda adoración que lleves a cabo será sólo imitación, no será
real, porque no estarás contemplando ni experimentando la promesa que hiciste
al Señor de los Cielos.
Cuando Allah envió los espíritus a sus respectivos cuerpos,
el lugar de cada espíritu quedo allí, en Su Divina Presencia. Por esto, debemos
mantener la conexión con nuestro lugar, con nuestra estación.
A los tres meses y diez días de gestación en el vientre de
su madre, el bebé recibe su espíritu. Llega el ángel y le insufla el espíritu
completándolo. De esta manera llegamos puros al mundo. No como dicen los
cristianos que llegamos con pecado. No. El Islam enseña que todos venimos puros
al mundo, aun los cristianos y los judíos, todos. Luego nos ensuciamos
creándonos un problema. Esto le sucede a la humanidad: una vez que alcanzan la
edad de la madurez corren salvajes haciendo toda clase de cosas equivocadas
preparando un fuego en el que van a quemarse.
Suciedad es desobediencia.
La desobediencia ensucia al
hombre. Sheytán era obediente. Fue alguien con conocimiento, belleza, buen
perfume. Cuando Allah le ordenó que se postrara frente Adam dijo “No”, y se
volvió sucio. “No”, la palabra de la desobediencia. Esta palabra es la primera
que aprende a decir el hombre. Hoy en día hasta los padres le enseñan a decir
que no a los hijos volviéndolos desobedientes. ¿Por qué los hijos son
desobedientes con sus padres? Cuando eres desobediente de Allah, Allah hace que
tus hijos te sean desobedientes. Sheytán fue arrojado fuera del Paraíso por su
suciedad. El Paraíso es un lugar puro para gente pura. Una vez que sheytán dijo
“No” le fue quitada su luz y se convirtió en una criatura espantosa. Cuando te
vuelves desobediente y te enojas, toma el espejo y mírate a ti mismo,
entenderás en qué espantosa criatura te has convertido en ese momento. Todos
dicen “Oh, qué hermoso que soy”. Sí. Cuando estés enojado toma el espejo y
mírate. Entenderás. ¿Por qué? Porque en un principio sheytán estuvo enojado.
Esa ira lo hizo desobediente. Por lo tanto, es una característica proveniente
de sheytán. Cuando algo te toque, y tu ego responda con enojo, estarás cargando
esa sucia característica. Pero si algo toca al Islam y tú te enojas, eso será
ira majestuosa, que Allah-swt- acepta. Pero si te toca a ti y te perturbas,
cargas con la característica de sheytán.
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